El fracaso de un Sindicato

16 de octubre de 2009



Es terrible para todos los mexicanos que una de las pocas organizaciones sindicales especializadas de trabajadores, como es el caso del Sindicato de Luz y Fuerza del Centro, haya llegado al límite para obligar al Gobierno Federal a liquidar a la paraestatal, que sólo era su fuente de vida, la fuente de trabajo de miles de sus agremiados y la única empresa que brindaba el servicio de transmisión, distribución y venta de energía eléctrica en el centro del País.

La principal función de un sindicado de trabajadores es velar por los intereses de sus agremiados, dando por hecho que lo fundamental es conservar la fuente de empleo que origina al propio sindicato.

En nuestro país la historia sindicalista es muy clara y evidencia cómo un movimiento organizado de líderes obreros logró defender a los trabajadores mexicanos y plasmar sus demandas en nuestra Carta Magna, para después convertirse en organizaciones elitistas que sirvieron como un instrumento del Gobierno para controlar a los trabajadores y ganar elecciones, además de ser semillero de una élite de dirigentes que se enriquecieron con las prebendas del Gobierno, los Partidos Políticos y las propias empresas paraestatales.

A partir de los años ochentas, fue más que evidente que la lucha obrera de las principales organizaciones sindicales se transformó en una lucha política partidista y económica, los dirigentes se dedicaron a todo, menos a realizar o impulsar acciones para que los trabajadores se capacitaran y fueran competitivos.

Así las cosas, es más que evidente que los sindicatos de funcionarios públicos o de trabajadores de las empresas paraestatales no han entendido que su función debe ser velar por los intereses de sus agremiados pero nunca a costa de perder la fuente de empleo.

Los sindicatos de trabajadores de paraestatales y de la Administración Pública, en su mayoría, son organizaciones que tienen secuestradas a sus fuentes de empleo mediante el chantaje y la amenaza; cada negociación de contrato colectivo se convierte en una lucha a muerte por pedir más y más, en lugar de ofrecer trabajadores competitivos y actualizados, se enfocan en justificar y defender a trabajadores que no les interesa serlo y que ven su empleo como una fuente de ingreso permanente que “nadie” se las puede quitar.

Lo hecho por el presidente Felipe Calderón es una acción más que necesaria, determinación que sus predecesores no habían tenido el valor de tomar, ya que la paraestatal había dejado de ser sustentable por la ineficacia de sus trabajadores desde hace muchos años, el costo para el país era altísimo y los beneficiados eran los dirigentes sindicales que al final negociaban los votos de sus agremiados como si fueran de su propiedad.

El caso de la liquidación de la paraestatal Luz y Fuerza del Centro debe servir de ejemplo para los sindicatos mexicanos, para que verdaderamente aporten su capacidad para motivar a sus trabajadores a que sean más competitivos y responsables, que se conviertan en sindicatos que impulsen a sus fuentes de trabajo y no en diques que frene su desarrollo.

La responsabilidad debe ser compartida entre dirigencias sindicales y agremiados, los primeros por ser responsables directos de la organización y los segundos por no exigir dirigencias honestas, capaces y con visión de futuro; los agremiados tienen gran parte de responsabilidad ya que cada sindicato tiene los dirigentes que se merece.