El mandato ciudadano quedó claro: acuerdos.

11 de julio de 2003



El domingo pasado el ciudadano responsable (41% de la lista nominal de electores que asistió a sufragar) dejó expresamente manifestada su clara voluntad de que las fuerzas políticas que integrarán a la Cámara de Diputados, por un lado, y el Gobierno Federal, por otro, busquen como principal objetivo la construcción de acuerdos. Acuerdos que se vean reflejados en fincar las bases para darle rumbo al País, dicho de otra forma: que contribuyan conjuntamente a construir un proyecto de Nación.

Reitero, digo uno (proyecto de nación) por que aparentemente existen muchos pero ninguno de ellos definido y en curso. Pareciera que cada partido político, cada una de las Cámaras que integran el Congreso y, lo más grave, cada Secretaría de Estado y en lo particular el propio presidente Fox tienen su propia visión de México y su propio proyecto de Nación.

El mandato ciudadano otorgó nuevamente como depositarios de su soberanía a una mayoría opositora en la Cámara de Diputados. Está es la clara muestra, entre otras, de que el ciudadano exige al Congreso llegar a los acuerdos indispensables para consolidar las reformas fundamentales que requiere el País, pero desde una opinión consensuada y responsable.

De igual forma, la ciudadanía le está exigiendo al Ejecutivo Federal que replantee su posición con relación al Poder Legislativo y le dé prioridad a la búsqueda de alianzas y consensos antes de intentar impulsar cualquier iniciativa.

Los mexicanos, mediante el sufragio, le expresamos al presidente que debe definir el rumbo de País en conjunto con el Legislativo, rumbo que hasta ahora no es percibido y por lo tanto pareciera no existir.

El Congreso de la Unión y en particular el presidente Fox deben dejar de lado la intolerancia, la falta de cuidado en el uso de la palabra y las formas, que ahora cobraron su factura.

Es un hecho que si realmente existe la voluntad política de llegar a construir los acuerdos fundamentales que el País requiere, deben concentrarse en construir, con el respeto debido y cuidando las formas, una nueva relación entre el Ejecutivo y Legislativo.

Vicente Fox, así como su gabinete legal y ampliado, deben dejar de utilizar el pasado autoritario y con errores vergonzantes del PRI como discurso de justificación a la falta de eficacia de gobierno. Con palabras y acciones ofensivas no se logran acuerdos.

Sí bien en términos generales la jornada electoral se desarrollo en orden sin, hasta ahora, registro de graves incidentes, lo lamentable fue el alto porcentaje de abstencionismo que como una sombra obscureció el proceso, aunado a la gran cantidad de votos nulos que hasta ahora se han contabilizado, poco más de un millón. Este comportamiento de la ciudadanía debe servir para que, tanto los partidos políticos como el Gobierno Federal, reflexionen sobre las posibles causas que motivaron ésta conducta en el electorado.

Es importante reflexionar sobre las causas que inhibieron el voto de los mexicanos y que motivaron a que poco más de un millón de ciudadanos, que sí asistieron a sufragar, hayan anulado su boleta. Independientemente de que ésta reflexión requiere de estudios de investigación profundos por parte de especialistas, hay que poner al centro del debate algunas causas que pudieron ser las culpables de éste comportamiento en los electores.

Podrían ser, por citar algunas: la frivolidad de las campañas, la falta de contenidos, los gastos desmesurados y ofensivos, los discursos y debates pobres, lo prolongado de las campañas, la contaminación visual, el ayuno doctrinal, la permanente actitud de denostar al adversario, etcétera. Pueden ser una, varias, todas o más de las causas antes citadas. Esto deberá ser analizado e investigado por especialistas.

Lo que sí queda claro es: no nos debe de extrañar, a todos, que el alto y lamentable porcentaje registrado de abstencionismo y la gran cantidad de votos anulados se debe a que durante dos años hemos escuchando, del Gobierno Federal y particularmente del presidente Fox, la permanente crítica del desempeño de los legisladores que integran el Congreso de la Unión, en algunos casos fundada pero en la mayoría superficial e irresponsablemente señalada.

El desprecio por el Poder Legislativo de la Nación ha sido manifestado por el presidente de México de muchas formas: algunas expresamente, otras permitiéndolo (que en política el conceder es aprobar) como es el caso de la campaña electoral de Acción Nacional (“quítale el freno al cambio. . .”) y en otras tantas mediante acciones muy concretas como el intento de impulsar y consolidar su reforma fiscal mediante una campaña en medios de comunicación sin la búsqueda previa de alianzas y acuerdos con el Congreso.

Así las cosas, debemos dejar de buscar culpables y asumir la responsabilidad que le corresponde a cada uno de nosotros.

El Congreso de la Unión y el presidente Fox deben llegar a acuerdos entre sí mediante una formula efectiva: menos ideología y mayor pragmatismo en pro del pueblo de México a la hora de decidir la posición que asumirán los diferentes actores en lo referente al trabajo legislativo.

En el 2000 la mayoría de los electores le otorgaron la confianza de dirigir al país a Vicente Fox. El pasado 6 de julio la mayoría de los electores depositaron su soberanía y representación, por tercera ocasión, en un Congreso con mayoría opositora.

Hoy el presidente de México debe convertir en hechos su discurso y centrarse en buscar las alianzas y los consensos necesarios que se vean reflejados en los grandes acuerdos y se traduzcan en las grandes reformas estructurales.

Hoy el Congreso debe de asumir su responsabilidad de contribuir, conjuntamente con el presidente Fox, a definir el rumbo de Nación y lograr las reformas estructurales que México exige.

Hoy los ciudadanos debemos prestar especial atención y exigir al presidente y legisladores que cumplan con el mandato que les otorgamos. Ésta es nuestra responsabilidad y compromiso con México.