El saldo del informe

02 de septiembre de 2004



A partir del primero de septiembre retomó vigencia un tema común y recurrente en las pláticas de café, en la sobremesa; en los debates entre actores políticos, así como en los medios de comunicación; entre los conductores de programas de radio y televisión, como entre trabajadores de todas las disciplinas; en fin, es un tema que todos tocamos en mayor o menor medida cuando menos una vez al año y esa ocasión llegó.

El tratar el tema conlleva a que los involucrados en la exposición y discusión del mismo tengan que asumir posiciones a favor o en contra; desde moderadas, hasta radicales; pasando por desinteresadas y apasionadas; generando acuerdos y desacuerdos que al final concluyen en conclusiones o como asunto pendiente para otro año.

El tema es apasionante y, dependiendo de la realidad de país, puede ser de satisfacción y esperanza o de agravio y desaliento; ese tema es: el informe de gobierno.

En ésta ocasión el informe nos dio varias señales: unas que nos reafirman la personalidad del presidente, sus prioridades y su inexplicable amor por la fantasía y desdén por la realidad; otras que nos dibujan el contexto político en el que vivimos; y por último lo que podemos esperar del cierre de gobierno del presidente Fox.

El informe continúa siendo un acto republicano y protocolario que en poco contribuye a la República en lo referente a la presentación y análisis del informe que por ley entrega el Ejecutivo al Legislativo sobre la situación que guarda el País.

También es cierto que desde hace algunos años el informe ha tenido algunos cambios significativos ---que no por ello favorables--- que han venido a darle otro sentido a la presencia del Presidente de México ante el Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos; el cambio al que particularmente me refiero es el hecho de que el informe servía como un acto de lucimiento de quien lo presentaba y en un acto de aprobación y legitimación de quien lo recibía; hoy el informe se ha convertido en una justificación para la demanda, la confrontación y la majadería; hoy el informe no es lo que debe ser.

El ritual del informe de éste año nos dibujó el contexto político en el que nos encontramos: una sucesión adelantada; un gobierno incapaz de operar políticamente; un presidente solo y mal asesorado; y, una oposición que no termina de madurar.

No puede ser posible que el Presidente de México haya dedicado la primera gran parte de su discurso a darnos una cátedra sobre la teoría de la democracia; no es posible que Fox pretenda esconder y justificar su incapacidad tras el velo de la democracia.

Nuevamente se equivoca el presidente Fox y comete varios errores durante su informe, ---acto característico de nuestro coloquial presidente que como en reiteradas ocasiones pone en riesgo la estabilidad política, social y económica del país por uno o varios comentarios desafortunados--- pero que en esta ocasión no fueron afirmaciones que se le ocurrió decir a Fox, no fue el caso de que lo abordaran periodistas y contestara lo primero que se le ocurriera, no; la preocupación radica en que fue dentro del texto del informe de gobierno que se encontraban los grandes errores; el informe en donde participan los principales asesores del presidente, donde participan todas las secretarías de estado; el informe del Presidente de México, en el que se debe valorar y analizar cada palabra escrita, cada oración formada; sí, en ese informe donde los mejores y más cercanos colaboradores de Fox participaron fue terriblemente torpe y desafortunado en sus mensajes políticos.

No es posible que el presidente y su equipo hayan dedicado varias líneas del informe para mandar un mensaje a un solo mexicano, a un solo actor político; un mensaje que seguramente pretendió debilitar a su destinatario pero que muy por el contrario lo que logró fue ponerlo al nivel político del Presidente.

Es desafortunado saber que durante un evento tan importante y trascendente para el país, como lo es el informe de gobierno, el presidente mande señales de enfrentamiento, confrontación y reto en contra del Partido de la Revolución Democrática y particularmente en contra de su cuasi candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Fue triste el ver como el Presidente de México tiene que pedir a gritos una “Tregua” ---no se si quiso decir acuerdo, entendimiento, voluntad o de verdad él considera que está en guerra--- cuando él es el único que tiene la posibilidad de hacer que se logren los acuerdos necesarios para que el país avance.

El desafortunado suceso del discurso de Fox que entre otras cosas puso al diputado, y recién electo presidente de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones Rivera como estadista, no por mérito propio sino por comparación con el presidente, es un suceso que debe preocuparnos por los alcances que tendrá.

Esperemos que el Congreso actúe con madurez y que la glosa del informe sea un acto republicano pero eficaz; los mexicanos queremos saber a donde se destinó cada peso del presupuesto ejercido; la confianza que al inicio del gobierno de Fox prevalecía, al final ya no existe.

Recordemos al diputado federal Vicente Fox interpelando al Presidente de México; Fox parado en su curul y señalando con el dedo al Ejecutivo de la Nación con una actitud enardecida; ayer fue Fox quien interpelo, hoy es él a quien interpelan; seguramente pensará: que difícil es estar del otro lado de la barrera; y coloquialmente ablando podremos decirle: el que se ríe se lleva.