Glosa del Informe o pasarela ineficiente

13 de septiembre de 2004



Como consecuencia del Informe de Gobierno presentado por el presidente Fox ha iniciado una etapa denominada la Glosa del Informe; lo que pone al centro del debate el que los Legisladores Mexicanos realicen reformas y pongan principal atención a la realización de actos protocolarios que poco aportan, por no decir que nada, al trabajo parlamentario. La Glosa, muestra viva de los vestigios de tradiciones políticas arcaicas que en nada contribuyen al espíritu que dio origen al propio acto que hoy debes ser replanteado con el objeto de que tenga utilidad en general y no se circunscriba únicamente en eventos de utilidad política.

El formato actual de las denominadas comparecencias de funcionarios públicos ante las Comisiones o el Pleno de la Cámara de Diputados para la glosa del informe de gobierno del Presidente de la República se han convertido, exclusivamente, en un acto protocolario que muy poco o nada aporta al objeto para el cual el espíritu del legislador creo el acto de la glosa del informe.

La ley es muy clara con respeto a la atribución del Poder Legislativo, y en específico a la facultad de las Comisiones que integran al Congreso en sus dos Cámaras. Podemos comenzar por analizar lo que señala la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en referencia al tema que nos ocupa.

La Carta Magna señala que los secretarios y jefes administrativos darán cuenta al Congreso del estado que guarden sus respectivos ramos; señala además que es facultad de cualquiera de las Cámaras el citar a los secretarios de estado, al procurador general de la república, a los jefes de los departamentos administrativos, así como a los directores y administradores de los organismos descentralizados federales o de las empresas de participación estatal mayoritaria, para que informen cuando se discuta una ley o se estudie un negocio concerniente a sus respectivos ramos.

En el caso de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, el tema de las comparecencias es más específico aún y señala que las Comisiones Ordinarias cuya materia tenga relación con alguno de los ramos de la administración pública federal deberán de hacer el estudio del informe anual de gobierno que para tal efecto presente el presidente de la república ante el Congreso de la Unión.

El mismo cuerpo normativo señala que la Comisión formulará un documento en el que consten las conclusiones de su análisis. En su caso, podrán requerir mayor información del ramo o solicitar la comparecencia de servidores públicos de la dependencia ante la propia comisión con el objeto de complementar temas en lo particular.

Lo anterior nos lleva a concluir que el acto consistente en que un funcionario del gobierno acuda ante una Comisión del Congreso para la glosa del informe de gobierno es un acto técnico que busca aclarar dudas, complementar información, aportar elementos que no se contemplaron en el informe, en fin, es el acto al que recurren los legisladores con el objeto de poder realizar (como ideal) un análisis responsable y objetivo que contenga la mayor información posible y que contribuya a la elaboración de las respectivos conclusiones: éste es el fin.

En los hechos, la realidad es otra. Las comparecencias se convierten en actos de pasarela política en donde por su formato no se permite el verdadero trabajo técnico y no contribuyen a robustecer la información que requieren los legisladores para la elaboración de las conclusiones y que, además, el acto en sí sólo alienta el enfrentamiento y no contribuye a la generación de elementos para llegar al fondo de los temas en discusión.

El acuerdo para la comparecencia de los funcionarios del gobierno federal para la glosa del informe se desarrolla de la siguiente manera: exposición por parte del Funcionario del Ejecutivo Federal (hasta por diez minutos); primera ronda de preguntas por parte de cada uno de los Grupos Parlamentarios con representación en la Comisión, en orden decreciente (hasta por cinco minutos); respuesta por parte del Funcionario del Ejecutivo Federal (hasta por diez minutos); réplica por parte de los legisladores, en el orden de sus intervenciones (hasta por cinco minutos); segunda ronda de preguntas, respuesta del funcionario y réplica en los mismos términos que la primera ronda.

Parece ordenado el sistema, sí, pero ¿será eficaz para el objetivo que se busca? Yo considero que muy por el contrario de generar las condiciones que permita obtener elementos de análisis y el despejar dudas de los legisladores para la evaluación correspondiente lo que hace es generar dudas y aleja a los legisladores y al funcionario del objetivo principal.

Los objetivos que se pretenden al regular de tal forma las comparecencias son, por citar algunos, que el funcionario esté mejor preparado con las respuestas de interés para cada grupo parlamentario; que no se preste el evento para sorprender tanto a los funcionarios como a los legisladores; que no se aproveche el acto para protagonismos; y, que fueran más breves y efectivas las reuniones.

Pues bien, la realidad es otra: imagínese que usted es un legislador que tiene que analizar el informe anual de gobierno y elaborar las conclusiones respectivas; que tendrá una reunión de trabajo con el responsable del ramo del que usted tiene serias dudas o requiere de mayor información; que pasa: pues bien asiste usted a la comparecencia, le toca su turno, este a su vez le contesta leyendo el documento que preparo y que le pudo hacer llegar por otro medio; después de eso a usted le surgen nuevas dudas o el funcionario no respondió todo lo que usted requería de información; que le queda: la réplica, pero usted realiza su réplica bajo el entendido de que el funcionario no dará respuesta pues ya no tiene turno. ¿Puede imaginárselo?

Entonces sucede lo de siempre, la comparecencia inicia con los 30 diputados integrantes de la Comisión y después de cuatro, cinco o más horas de escuchar lo que ellos elaboraron termina la sesión con, si bien le va al funcionario 10 o 12 diputados presentes.

Lo anterior además de ser una majadería al funcionario es una muestra de lo improductivo de éste acto, podemos decir que no contribuye en nada para el análisis del informe de gobierno y mucho menos para elaborar unas conclusiones responsables y objetivas.

Esperamos que la Junta de Coordinación Política reflexione sobre el tema y presente otro punto de acuerdo que realmente contribuya a realizar reuniones de trabajo, no meramente protocolarias que lo único que logran es hacer perder el tiempo a todos: a los funcionarios, a los propios legisladores y a los ciudadanos que asistimos o las presenciamos por televisión.