La decisión trascendental de Jorge Aristóteles

04 de diciembre de 2009



En los municipios de Guadalajara y Zapopan se está verificando la mayor y más repulsiva prueba de desesperación política por una derrota electoral; la historia y los hechos han confirmado que el Partido de Acción Nacional no supo manejar el éxito político, generado por los triunfos electorales pasados, y ahora se está confirmando que tampoco podrá manejar el fracaso político, que toda derrota electoral conlleva.

Existen normas no escritas que se realizaban cuando el Partido Revolucionario Institucional gobernó el País entero, actos de responsabilidad y solidaridad política que se mantienen, en menor medida, donde el PRI sigue gobernando. Uno de esos actos era la renuncia adelantada, esto es, cuando algún cuadro político era nombrado para ocupar alguna responsabilidad dentro del gobierno, sabía que lo primero que debería tener preparado era su renuncia por si se la pedía el presidente municipal, el gobernador o el presidente de la República. Y qué decir del cambio de gobierno, la renuncia de todos los funcionarios de confianza era presentada con fecha del día último de la administración.

Pues bueno, esa costumbre o norma no escrita que se pensó era una creación del PRI, como una más de sus actuaciones de disciplinas mal entendidas tenía su fundamento político y administrativo; el fin era que la nueva administración pudiera incorporar a los funcionarios que considerara necesarios para enfrentar los retos del gobierno.

Pues bien, en el PAN se ratifica su falta de vocación de gobierno ya que muchos de sus cuadros, que ahora gobiernan o son funcionarios de confianza de todos los niveles, no tienen pensado renunciar, de hecho están pensando en intentar ser despedidos para demandar y así durar unos años de proceso para que, sin asistir a trabajar los reinstalen en sus puestos y les paguen los salarios caídos de todo el tiempo que dure el proceso, con el costo que para el erario público representa.

Pero el pánico a quedarse fuera de la nomina no termina ahí, se están realizando contratos irregulares y poco transparentes para mantener y acomodar a las personas dentro del próximo gobierno municipal.

El caso de es patético, hay que asumir con responsabilidad las consecuencias de haberle fallado a la ciudadanía y, en consecuencia, haber perdido las elecciones.

El presidente electo de Guadalajara tiene el gran reto de tomar una de las decisiones más importantes para su futuro como gobernante y para el futuro de nosotros los tapatíos; tiene que decidir y presentar, a la opinión pública, su gabinete; aquel grupo de mujeres y hombres que lo acompañarán en el gran reto que significa gobernar Guadalajara; esa será la primera señal que dará para su tránsito a la gubernatura del Estado.

Seguro tendrá que enfrentar los compromisos de campaña con las personas que aportaron trabajo y votos a la elección; es indudable que tendrá la presión permanente de aquellos militantes del PRI que se sienten con derecho de ocupar espacios dentro de la administración pública; de igual forma la presión de aquellos dirigentes y exdirigentes priistas en Guadalajara que por su incapacidad, falta de talento o fracasos en sus gestiones no pudieron obtener un cargo de elección popular y sienten que el Partido se las debe, no así el de aquellos con capacidad y talento que seguramente serán invitados; también tendrá las presiones de grupos de poder en el estado, pero lo importante es su decisión, él es el presidente municipal a partir del primero de enero y será el responsable de gobernar, sí, sólo él.