La real política

30 de enero de 2004



Hoy en día se afirma que la política efectiva sólo se puede realizar en y con los medios masivos de comunicación. Claro está, que la anterior afirmación la realizan, en su gran mayoría, quienes se dedican a al tarea de la comunicación o al marketing político; y no viene de aquellos que se dedican a realizar activismo o proselitismo en favor de algún partido político o de quienes se dice son políticos de carrera.

La afirmación de que solamente existe lo que está en los medios de comunicación —bajo mi particular punto de vista y desde la perspectiva de la real política— carece de toda validez. Si bien es importante, no es lo único que garantiza construir una imagen favorable y consolidar una reputación.

Es importante señalar que, lo que conocemos como imagen institucional, en el caso de instituciones de carácter público, tiene muchas más implicaciones que simplemente aparecer o no en los medios de comunicación.

Algunos de los elementos fundamentales que construyen y definen dicha imagen son: la legitimidad, credibilidad y reputación de quienes encabezan dichas instituciones, así como la congruencia entre la palabra empeñada y los hechos realizados.

La construcción de la imagen y reputación de una institución requiere de muchos años de su vida institucional. Que si bien los hombres que la dirigen pueden contribuir a generar una extraordinaria imagen y credibilidad, también es cierto que un solo hombre, en poco tiempo, puede acabar con todo lo construido.

Un ejemplo de esto es el actual presidente de México. Con Fox la política se banalizó, perdió la palabra y las ideas sucumbieron frente a la novela que se lleva a cabo en los pinos y que se comercializa en los medios de comunicación.

Todo comenzó hace poco más de tres años, un dos de julio del 2000, en una elección donde ganó el candidato que se autonombró “del cambio”. Durante la campaña empeño su palabra en un sin número de ocasiones, lo que no es ajeno a cualquier candidato; el problema comienza cuando su palabra la empeña en promesas de realizar acciones poco menos que imposibles.

El gobierno de Fox, en los medios de comunicación, es un anecdotario que en un principio provocó sonrisas y carcajadas en algunos mexicanos, pero que después de algunos meses y ahora años, provocan desilusión, desencanto y una gran preocupación.

El anecdotario comienza con Marcos y los 15 minutos para resolver el conflicto en Chiapas, seguimos con la promesa de crecimiento al 7 por ciento del PIB, el sorpresivo matrimonio, la pareja presidencial y un largo recorrido de sucesos donde el candidato, y ahora presidente, “del cambio” ha intentado fortalecerse en los medios de comunicación y únicamente en los medios.

Por otra parte tenemos al Jefe de Gobierno del Distrito Federal; un hombre que ha tenido la gran virtud de construir su imagen y reputación de manera equilibrada entre los medios de comunicación y la operación política.

Lo anterior le ha significado el término de “teflón” cuando hablamos de algún ataque a su persona y a su particular forma de gobernar; a la pregunta de ¿por qué no le afectan negativamente en su popularidad los ataques que ha recibido en los medios de comunicación? la respuesta es muy sencilla: cuenta con una percepción favorable entre los ciudadanos —que independientemente de los temas tocados en los medios de comunicación— es muy sólida.

Lo anterior ha puesto a López Obrador como una opción real de gobierno (Presidente de la República) para los ciudadanos; y no solamente para los de la capital; el argumento de muchos priístas y panistas en el sentido de que su popularidad es reconocida únicamente en el Distrito Federal es parcial. Si bien es cierto que en el DF se concentra el mayor número de simpatizantes de López Obrador (que no del Partido de la Revolución Democrática) la realidad es que al interior de la República ya se escuchan las voces de quienes apoyarían al Jefe de Gobierno en el caso de que decidiera contender por la presidencia de la república.

Es por ello que en éste año, eminentemente electoral, seremos testigos de fracturas en los partidos —y particularmente en el Revolucionario Institucional— que manifestarán su apoyo al proyecto de López Obrador.

El gran tema es que a diferencia de la fractura que sufrió el Revolucionario Institucional en mil novecientos ochenta y ocho, en donde grandes figuras del priísmo nacional como Muñoz Ledo y Cárdenas abandonaron sus filas, para el dos mil seis la deserción del PRI se realizará por miembros de la estructura territorial, lo que afectará en gran medida su trabajo de promoción del voto y le dará a López Obrador una representación territorial que aunada a la del PRD puede darle el triunfo en las elecciones.

El tema requiere de un análisis profundo pero hoy por hoy debemos pedirle al gobierno federal más política y menos teatro; y por otro lado, debemos seguir muy de cerca al jefe de gobierno, quien hoy por hoy es el mejor posicionado entre los aspirantes visibles a la Presidencia de la República.