La tiranía de las mayorías

12 de octubre de 2004



El tema en la agenda nacional continúa siendo la reforma al artículo 122 constitucional; las reacciones han sido diversas: desde el lamentable evento perpetrado por los asambleístas perredistas del Distrito Federal al irrumpir en el Recinto Legislativo de San Lázaro y obligar al Presidente de la Mesa Directiva a decretar un receso; hasta la anormal y excepcional presencia de elementos de la Policía Federal Preventiva dentro de las instalaciones de la Cámara de Diputados para proteger la integridad de los legisladores y el desarrollo de la sesión.

El problema de fondo son las reformas estructurales que éste Congreso a rehuido realizar; el conflicto, en éste caso en particular, tiene que ver con la reforma del Estado tan anunciada y poco trabajada por los legisladores; y digo problema de reforma legal ya que en esta transición política que viene viviendo el Distrito Federal desde 1997 y hasta la fecha, no termina por definirse su situación jurídico-política; hoy por hoy no es Entidad Federativa, tampoco es Territorio Nacional y ya no es un Distrito Federal; Se encuentra transitando de un Distrito Federal a, posiblemente, Entidad Federativa.

Es un hecho que, con un espíritu de equidad y justicia, la reforma pretendida al 122 constitucional es adecuada y debe ser procedente; es urgente realizarla y así concretar la igualdad de responsabilidades de todas las Entidades Federativas en materia de educación; pero el problema no es ese. El debate no se debe circunscribir a cuestionar la equidad o no de la reforma; el debate debe centrarse en el cómo debe realizarse la misma.

Nuevamente el Congreso, y en particular la Cámara de Diputados, demuestra su falta de planeación y ausencia de capacidad de operación efectiva al impulsar las reformas que pretenden realizar los Grupos Parlamentarios de los diferentes Partidos que integran a la Legislatura Federal.

Esta reforma es una muestra más de que hacer “cosas buenas que parecen malas” genera suspicacia y, como consecuencia, se refleja en violentos enfrentamientos políticos y debates estériles que en nada contribuyen al desarrollo del País.

Las verdades a medias que han vertido cada partido y cada actor político durante éste debate son verdaderamente irresponsables; pareciera ser que una de las finalidades es generar enfrentamientos entre algunos Estados de la República, asunto peligroso y no de favorables consecuencias; o que el principal fin es afectar negativamente el Gobierno del Distrito Federal y de esa forma intentar disminuir la preferencia electoral que hoy se inclina, en las encuestas, por López Obrador; cualquiera que sea el caso parece ser que —o así han hecho que se perciba— el fin último podría ser mejorar la educación y alcanzar la equidad en la distribución de los recursos federales.

El debate verificado en el Recinto Legislativo de San Lázaro fue intenso y lleno de provocadoras y en algunas ocasiones ofensivas afirmaciones a favor y en contra de la iniciativa, pero el fondo del asunto no fue abordado y discutido; en consecuencia el problema prevalecerá. Podemos decir que Hoy gano una mayoría encabezada por el PRI y el PAN; hoy ganó la mayoría y no la razón; hoy gana el revanchismo y la falta de cuidado en el impulso de reformas; pero también hoy, pierde la República al no contar con una mayoría de Legisladores que cuiden tanto las formas como el fondo: hoy se complica la aprobación de una Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos responsable hoy es el inicio del caos en San Lázaro.