No habrá reforma constitucional ni fiscal

31 de octubre de 2003



Parece ser que continúan claras las intenciones de realizar una reforma que fortalezca a la Comisión Federal de Electricidad; que impulse su modernización en relación a su capacidad productiva y sus sistemas administrativos; que le otorgue plena autonomía técnica, de gestión y financiera; y que le permita construir las bases para enfrentar los retos de los próximos 20 años. Estas son las coincidencias de todos los grupos parlamentarios representados en el Congreso.

En cuanto a las diferencias, parece ser que los partidos que se encuentran definidos para votar en bloque son: el de Acción Nacional y de la Revolución Democrática. El primero con una clara posición a favor de una reforma constitucional —como es interés del presidente Fox— y el segundo con una contundente postura en contra de cualquier reforma que pretenda hacer modificaciones a la constitución.

El partido que continúa sin lograr encontrar la propuesta que permita los consensos para votar en bloque es el Revolucionario Institucional. Los trabajos de cabildeo siguen aumentando de intensidad. Por un lado, tenemos a la coordinadora del grupo parlamentario que desde el inicio de la Legislatura se ha manifestado en favor de la reforma constitucional y ha actuado en consecuencia intentando cabildear para convencer a los diputados de que apoyen dicha reforma y, por el otro, tenemos al senador Manuel Bartlett quien lleva dos años cabildeando en contra de cualquier reforma a la constitución.

Debemos recordar que la posición que asuma el PRI es fundamental para la reforma en virtud de que será decisiva para el caso de que se pretenda realizar una reforma que contemple cambios constitucionales: sin el PRI no puede haber reforma constitucional.

Pareciera ser que el debate y las diferencias que existían al interior del Revolucionario Institucional en relación a la aprobación o no de una reforma constitucional ya se agotaron y prevalece, entre la mayoría de los senadores y diputados, la negativa a su aprobación en esos términos.

Hasta ahora existen dos posiciones dentro de los legisladores priístas en el Congreso: quienes se encuentran en contra de cambios constitucionales, autodenominados “nacionalistas”; y los que están a favor, denominados por los anteriores como “privatizadores”. Además de los dos anteriores, en poco tiempo veremos una tercera posición que comienza a gestarse: la de los legisladores que afirman que no se debe de realizar la reforma de inmediato; que debe darse el tiempo necesario para contar con más y mejor información que les permita tomar una determinación y no cometer el error de aprobar una reforma tan importante y trascendente para los mexicanos con tanta premura.

El futuro continúa incierto, la estrategia de cabildeo del Gobierno Federal sigue siendo insuficiente y se encuentra centrada en acuerdos cupulares con los coordinadores de los grupos parlamentarios y las dirigencias nacionales de los partidos políticos; lo que ha generado que la mayoría de los legisladores, particularmente diputados, no cuenten con información que les permita hacer un análisis de las propuestas.

La estrategia del gobierno pretende lograr el voto en bloque del PRI en favor de la reforma constitucional, como lo ha manifestado su coordinadora; lo que no ha contemplado son las condiciones en que se encuentra el propio partido al interior; la realidad es que difícilmente se obtendrá un apoyo mayoritario al interior del PRI para la reforma.

Además de lo anterior, hay que agregar la situación tan delicada en que se encuentra la propia coordinadora del PRI, Elba Esther Gordillo, quién acaba de sufrir el primer gran aviso (después de algunos menores, que no por ello intrascendentes) de inconformidad de la mayoría de los diputados que integran a la fracción priísta. Aviso al que no puede hacer caso omiso por la contundencia con la que se realizó y por el estado de vulnerabilidad en que quedó la profesora.

El problema es muy claro, existe solamente un interesado por excelencia en las reformas constitucionales en materia energética y en las reformas fiscales: el Gobierno Federal (Fox). El interesado depende de dos partidos para lograr sus objetivos: el suyo y el PRI. El partido ajeno al suyo se encuentra pasando por una etapa de carencia de liderazgo, de definición ideológica y de falta de definición sobre el papel que pretende asumir: ser un partido de oposición sistemática (como el PRD) o ser el partido de vanguardia en al país.

Si bien es cierto que la profesora Elba Esther Gordillo debe de estar preocupada por el aviso de sus diputados y ocupada en replantear sus sistemas en la búsqueda de consensos; lo cierto es que el existen personajes del Gobierno Federal que deben de estar más preocupados por la situación en que se encuentra su principal interlocutora con el PRI. Entre ellos podemos citar al propio presidente Vicente Fox; al secretario de gobernación, Santiago Creel; y al secretario de energía, Felipe Calderón; entre otros. Ellos sí deben de estar alarmados.

Bien dicen que “lo que no mata fortalece”, y en el caso de que la profesora salga airosa de esta inconformidad, seguramente asumirá un gran liderazgo que permitirá darle al grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados lo que hoy no tiene: cohesión, comunicación, definición y rumbo.

Así las cosas, parece que las estrategias que siguen el gobierno (mezclando desafortunadamente la reforma eléctrica con la fiscal); los propios coordinadores parlamentarios (sin prioridades y estrategia definida, y dejando que el gobierno marque la agenda legislativa); y, los dirigentes nacionales de los partidos (carentes de liderazgo ante sus legisladores); no darán buenas cuentas; lo que nos permite afirmar que las tiempos comienzan a descartar totalmente la posibilidad de una reforma eléctrica constitucional y la tan necesaria reforma fiscal ; y en poco tiempo veremos que la discusión será en el sentido de si es urgente o no que se apruebe en éste periodo ordinario dichas reformas.

El resultado será una reforma eléctrica mínima y una miscelánea fiscal.