Somos los culpables de los “Juanitos”

11 de diciembre de 2009



Los mexicanos hemos vivido una serie de acontecimientos que deberían de hacernos reflexionar sobre los dilemas de la democracia. Si bien es cierto que hasta ahora se considera el mejor sistema político, la realidad es que aún quedan asignaturas pendientes para discutir y replantear, particularmente sobre aquellos que contemplan la elección directa de sus gobernantes.

Podemos hablar sobre uno de tantos casos que se han presentado en nuestro país y que evidencian la necesidad de una gran reflexión nacional; pero no se preocupe, no hablaremos sobre ese fantasma que tanto nos cuesta, económica y políticamente hablando, cada elección: el del fraude electoral; tampoco hablaremos de los compadrazgos para obtener candidaturas, que tanto se acostumbraron después de la Revolución; mucho menos de aquellas elecciones con candidatos únicos impulsados desde el gobierno; no, hoy hablaremos de un candidato popular, que gano una elección con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, un candidato que logró contar con los respaldos políticos y sociales para ganar con la mayoría de los votos en un proceso limpio; en concreto, de un candidato que ganó gracias al voto de los ciudadanos; sí, hablaremos sobre “Juanito”.

El caso “Juanito” es un verdadero precedente para replantear el papel de los Partidos Políticos y de nuestro sistema político electoral, pero particularmente para que los ciudadanos reflexionemos seriamente sobre tres preguntas fundamentales y los alcances y consecuencias de sus resultados: ¿Cómo estamos razonando nuestro voto? ¿Qué es lo que nos motiva a votar por tal o cuál candidato? ¿Cómo puede ganar una elección un personaje como Juanito?

Usted podrá criticar las negociaciones de los Partidos, de los gobernantes y de los políticos para acomodar las cosas en beneficio de los intereses personales y de Partido, eso está demostrado con la licencia indefinida de Juanito y la propuesta de Marcelo Ebrard para nueva Jefa Delegacional, quien según Andrés Manuel López Obrador sería la que entraría desde el primer día. Lo cierto es que ellos están acomodando las cosas bajo un criterio netamente Partidista, sí, son culpables por pensar y actuar así; pero el problema viene de fondo, la complicación es aceptar que los verdaderos culpables son los ciudadanos que votaron por un candidato que difícilmente podría gobernar una Delegación del Distrito Federal tan complicada y que, además, públicamente lo habían presentado como un mero “registro” que no asumiría el encargo social de gobernar.

Sí, hemos comprobado los mexicanos que en nuestra democracia se cumple a cabalidad el principio consagrado en nuestra Carta Magna de que cualquier ciudadano, en pleno uso de sus derechos políticos, puede ser votado; tenemos el caso de Vicente Fox, un hombre simpático y extraordinario candidato que no dejó pasa oportunidad para demostrar su ignorancia y falta de responsabilidad en los asuntos públicos; tenemos el caso de Emilio González en Jalisco, un candidato campechano que también demostró, y lo sigue haciendo, nula seriedad de los asuntos públicos, así como un fundamentalismo religioso que lo hace rechazar y agredir a todo aquel que piense diferente; ahora tenemos a Juanito. . . qué decir de él; lo que los identifica a los tres es que fueron electos por la mayoría de los ciudadanos mediante el voto, fueron y son representantes populares que lograron llegar a gobernar por los ciudadanos de una democracia. La democracia es la mejor forma de gobierno en un país, lo malo es cuando los ciudadanos no estamos preparados para ello, con las consecuencias que esto implica.