¡Ya Basta!

28 de noviembre de 2003



Existen terribles periodos en la vida institucional de un país en donde se han agotado todas las instancias de decisión; momentos donde: quienes debieran decidir, no lo hacen; quienes debieran asumir su responsabilidad, la evaden; y, quienes debieran dirigir, extravían. Bajo esas circunstancias sólo les queda decir a los ciudadanos: basta, ¡ya basta!.

En ese momento se encuentra México. Tenemos un presidente que no asume su responsabilidad de dirigir, de impulsar y, en los casos necesarios, de imponer las medidas necesarias para el avance de un pueblo al cual protestó servir. Un presidente que bajo el argumento de la democracia se desentiende de sus responsabilidades y deja al libre albedrío a su gabinete —les permite decir y hacer lo que les plazca, sin rumbo definido, sin proyecto de nación— un presidente que no ha logrado estar a la altura de su responsabilidad y de su tiempo.

Nos gobierna un hombre carente de ideas, sólo tiene entusiasmo; un presidente que rige sus actos en razón de la popularidad, y no en su responsabilidad; un hombre que justifica sus deficiencias y falta de mando bajo el argumento de que su gobierno es democrático; un presidente que después de casi tres años de ejercicio no ha aprendido a ser presidente; un hombre que ha banalizado la política. 

En palabras del maestro Juan García de Quevedo: “Para Fox, Juárez es un retrato y la Reforma una avenida y seguramente los héroes que nos dieron patria, conspiradores de alguna embajada. La historia como conspiración lleva inequívocamente al mismo lugar: la banalización de la política.” Ésta afirmación nos puede retratar al hombre (no al político) que hoy gobierna a cien millones de mexicanos. Que futuro podemos imaginar con un presidente que hoy afirma que: “vamos de maravilla”.

Por otra parte, tenemos un Congreso en donde sus integrantes —particularmente en la Cámara de Diputados— no han entendido o dimensionado las implicaciones que tienen sus actos para el país; un poder legislativo compuesto por una mayoría priísta que no ha asumido su responsabilidad de mayoría parlamentaria —con todo lo que ello implica— y se encuentra inmerso en la ociosa e irresponsable discusión del origen de las propuestas fiscales y no en definir su proposición concreta.

Tenemos una mayoría legislativa priísta dispersa, carente de liderazgo, de proyecto y definición; un grupo parlamentario integrado, en su gran mayoría, por diputados que asumen la actitud soberbia de su (personal) triunfo electoral; una mayoría que, cuando usted éste leyendo estas líneas, posiblemente tenga un nuevo coordinador; un grupo parlamentario que tiene la oportunidad política de marcar el rumbo del país con su proyecto de nación sin estar gobernando, pero que en lugar de ello está inmerso en “dimes y diretes” que poco favor le hacen a su instituto político y a la República.

¡Ya basta! por que para la mayoría de los mexicanos no es importante si las propuestas para la reforma fiscal o energética son de Carlos Salinas o de Elba Esther Gordillo o de la Secretaría de Hacienda; lo relevante no es el origen de las propuestas, lo fundamental es que se defina y se apruebe el paquete económico con las mejores propuestas ¡ya! y que el fin último sea desempeñar la responsabilidad que protestaron cumplir y hacer cumplir el presidente Fox y nuestros diputados.

Las manifestaciones que hoy se realizan en el país no son mera casualidad, son una consecuencia de la incapacidad de quienes dirigen e integran a las instituciones políticas. Lo preocupante es el futuro: hoy son manifestaciones en contra de impuestos, de defensa del sector energético y en contra del neoliberalismo; pero esas mismas manifestaciones se encuentran a punto de cruzar la delgada línea que existe entre estar en contra de una política pública y estar en contra de un gobierno.

El futuro es incierto, mañana podríamos ver a las mujeres con cacerolas anunciando la terrible catástrofe del sistema político argentino y sus consecuencias para la población.