¿Dónde está el presidente?

18 de marzo de 2004



Está por demás señalar los lamentables y desagradables acontecimientos de presunta corrupción; sucesos conocidos por la mayoría de los mexicanos y que han venido a ensuciar la de por sí corroída imagen de políticos y sus respectivos partidos 

El país comienza a sufrir una descomposición en materia política que está afectando a las Instituciones de Gobierno; es fácil percibir el desgaste que hasta ahora han sufrido instancias como el Instituto Federal Electoral, que hasta hace algunos años y particularmente en el 200 se mencionaba como la institución que garantizó la transición democrática de México y que ahora se encuentra en duda su desempeño en el próximo proceso electoral del 2006; tenemos al Congreso de la Unión, que no faltan los escándalos de corrupción que presuntamente han cometido legisladores integrantes del mismo y su imagen de ineficiente y carente de compromiso con los mexicanos; igualmente la Presidencia de la República, en donde el actual presidente Fox ha convertido a la institución presidencial en mofa y vergüenza de los mexicanos.

Pero éste fenómeno de descomposición no es exclusivo de las Instituciones de Gobierno, lo hemos visto en los últimos años presente en los medios de comunicación, en la iglesia católica y en varias organizaciones religiosas.

Por último, la recurrente incidencia de actos de violencia extrema que vivimos los mexicanos cotidianamente en ciudades donde la inseguridad es habitual y la que extrañamente ya trascendió a políticos que se encuentran en cargos y mandatos de los más altos niveles de gobierno.

Es lamentable ver en nuestros días, en un México que durante las últimas décadas se ha caracterizado como pacifista, como un Gobernador es sujeto de un atentado que pretendía privarlo de la vida.

Lo anterior es una muestra de lo que está generándose a consecuencia de la corrupción, la falta de prevención y esquemas de seguridad pública eficientes y, por supuesto, la falta de conducción de este país por quien debe hacerlo.

En una de sus frases célebres con relación al gobierno Víctor Hugo señaló “entre el Gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa”, pues bien yo sí me siento avergonzado de ver como en los últimos años la conducción de éste país se ha diluido de la Presidencia de la República y bajo el amparo de la supuesta “Democratización” se llevan a cabo eventos que al final del camino sólo traen consigo pobreza, frustración y desaliento en un pueblo.

Es cierto que en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se cometieron excesos, pero también es cierto que inició el verdadero tránsito institucional a la democracia que hoy tenemos, en su gobierno se realizaron las reformas conducentes para el sistema electoral mexicano y la consolidación de lo que ahora conocemos como el Instituto Federal Electoral; también durante su gobierno se construyeron el mayor número de kilómetros de carreteras de primer mundo con las que ahora podemos desplazarnos con mayor seguridad a muchos Estados del País; y lo más importante conducía el destino del país asumiendo el costo que ello representa, podremos estar a favor o en contra de su estilo, sus políticas públicas o sus programas; pero lo cierto es que bien o mal le dio conducción a México.

Posteriormente Ernesto Zedillo asumió la presidencia de la república y comenzó a delegar responsabilidades a su gabinete, a su partido y a la ciudadanía en general, todo bajo el argumento de la “Democratización” de México; esto es, comenzó a diluir el poder e influencia de la Institución Presidencial hasta donde el quería, en lo que no ejerció el poder con el mismo autoritarismo que Salinas; pero al final para bien o para mal, Zedillo continuó dándole rumbo al País.

Que triste es llegar al día de hoy en este recuento de los daños; hoy México es otro, efectivamente el cambio se logró tan solo en tres años: tenemos un Instituto Federal Electoral cuestionado y con serias dudas de que esté a la altura de los requerimientos del próximo proceso electoral federal; tenemos un Congreso de la Unión que no cuenta con los acuerdos necesarios al interior del mismo no con el Presidente de la República; igualmente una Iglesia Católica cuestionada no ya en sus normas si no en su calidad moral para señalar los pecados de los feligreses y ciudadanos en general; y, por último tenemos a una Presidencia de la República que carece de mando, que no cuenta con la capacidad de ejercer el poder depositado en su titular y que además es la mofa y vergüenza de muchos mexicanos.

Una cosa es que nos congratulemos por la libertad de expresión que hoy vivimos en México y los medios de comunicación y los actores hacen pueden hacer libremente comedia de los políticos; pero otra muy diferente es que nuestros políticos hagan de la política una comedia.

Es curioso que en estos casos los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que votaron, tienen la mala costumbre de culpar al gobierno que eligieron y no a ellos por haberlo elegido.

Un consejo, para la próxima elección federal debemos poner atención a que las propuestas de campaña no sean parte de un País de las maravillas, si un candidato nos es solamente simpático, votemos por él para algún programa de comedia y no para que pretenda experimentar dirigiendo un País.